¿Qué es eso de la adhesión al tratamiento?
Cuando se padece una enfermedad, para la mayoría de nosotros lo
natural es buscar a quien nos pueda decir qué es lo que nos pasa y qué
es lo que podemos hacer para recuperar nuestro estado de salud.
Tras ese primer contacto, recibiremos de la persona a quien hemos
consultado (en general un médico), una serie de opiniones. La primera
opinión se refiere a la naturaleza de nuestro mal: es lo que llamamos
diagnóstico. La segunda opinión, el pronóstico, nos informa acerca de
cómo y cuánto nos va a afectar esa enfermedad (si podremos trabajar, si
existe peligro de que se afecte nuestra calidad de vida, si podemos
fallecer). Finalmente, se nos indicará qué es lo que debemos hacer para
mejorar y, en lo posible, recuperar nuestro estado de salud. Esta
última opinión es la que, aplicada, se transformará en el tratamiento
de la enfermedad.
Sin embargo, este esquema, que en la Medicina clásica estaba
completo, no puede entenderse hoy sin que aparezca en escena una cuarta
opinión: la del paciente, que es quien padece la enfermedad y, por lo
general, a quien más interesa vencerla. No sólo es tratamiento lo que
el médico indica, sino lo que el paciente decide hacer.
Hoy en día llamamos adhesión al tratamiento al compromiso del
paciente con los medios terapéuticos o de cuidados personales que el
médico u otro personal sanitario le propone, pero sólo si el propio
paciente ha entendido el por qué de estas medidas y tiene también la
convicción de que deben cumplirse, y de que es lo mejor que se puede
hacer. En otras palabras, la adhesión al tratamiento es el
convencimiento de que ese tratamiento es bueno para uno mismo, y la
decisión de seguirlo.
La adhesión al tratamiento tiene un componente principal, que es el
cumplimiento del mismo. Decimos que un paciente presenta un
cumplimiento completo, si todo el medicamento que se le ha prescrito,
llega a su organismo. Es decir, si se toma todas las pastillas, o se
pone todas las inyecciones.
Sin embargo, la adhesión al tratamiento tiene otros componentes,
como por ejemplo la sinceridad en las relaciones con el equipo
sanitario, el acudir a las citas como se indica, el seguir las
modificaciones de estilo de vida que se hayan indicado como favorables
(dieta, sueño, actividad física...) y otras más.
Ah, pero ¿no todos los pacientes se toman el tratamiento?
Pues no. Y seguro que hay quien al leer esto se sorprende. Como
veremos un poco más adelante, hay diversas razones que disminuyen la
adhesión y el cumplimiento. Y esto lleva a que en muchas situaciones,
los pacientes se tomen menos tratamiento del indicado o incluso nada.
Muchas personas no sospechan esta situación, empezando por los propios
médicos. Y sin embargo, se ha averiguado claramente que, por ejemplo,
al término de un año de empezar a tomar un tratamiento contra el
colesterol alto, sólo la mitad de los pacientes lo toma adecuadamente.
En algunas enfermedades, la falta de adhesión y cumplimiento del
tratamiento es más notoria. Por ejemplo, en la epilepsia, si no se toma
el tratamiento puede aparecer una crisis. Pero en otras no se nota
nada a corto plazo. Por ejemplo, en los tratamientos para bajar el
colesterol o el ácido úrico, que no sabremos si el paciente lo ha
tomado o no hasta hacer un análisis y preguntárselo al propio paciente.
En algunas enfermedades, la falta de adhesión es más peligrosa que
en otras. Por ejemplo, en la tuberculosis, el no tomar el tratamiento
se puede asociar no sólo a progresión de la enfermedad, sino a contagio
de nuestros amigos, familiares y compañeros, y a aparición de
bacterias multirresistentes. Ésta fue una de las razones que hizo que
el cuidado a tuberculosos se hiciera en sanatorios: asegurarse de la
toma correcta de la medicación.
Finalmente, en algunas situaciones la adhesión es a veces muy baja;
suelen ser enfermedades con tratamientos complicados y a largo plazo.
Pero lo que debemos tener todos seguro, es que la adhesión es muy
importante, pues la única manera de asegurar el éxito del tratamiento
es conseguir que el paciente se lo tome, y esto sólo se consigue si el
paciente está convencido de que debe hacerlo.
¿Hay quien cumple mejor y quien cumple peor?
¿A qué se debe?
El cumplimiento del tratamiento, la adhesión, no es igual en todas
las situaciones. Hay diferentes factores que lo modifican, y esto se ha
estudiado repetidamente. Los factores se pueden dividir en los propios
del paciente, los propios de la enfermedad, los propios del
tratamiento y los propios de la relación entre paciente y médico.
Propios de paciente
Se sabe que las personas que tienen problemas de ansiedad o de
depresión (relacionados o no con la enfermedad que padecen), tienen
tendencia a cumplir menos el tratamiento. También cumplen menos los
varones, los jóvenes y las personas que tienen un estilo de vida que
dificulta el acordarse de la toma. Por ejemplo, los que comen fuera de
casa cumplen peor, porque hay que acordarse de llevarse las pastillas.
Se ha observado asimismo, que las personas que no tienen una relación
afectiva estable o que viven solas, cumplen peor el tratamiento, quizás
porque no tienen a alguien que se lo recuerde cada mañana y cada
noche.
Propios de la enfermedad
Las enfermedades de menor gravedad, y que llevan más tiempo
diagnosticadas y sin problemas (en el caso de la enfermedad
inflamatoria intestinal, sin brotes), se asocian a menor cumplimiento.
Se cumple también peor el tratamiento de las enfermedades que no duelen
ni molestan (el colesterol alto, la tensión alta, etc.).
Por supuesto, es más fácil cumplir el tratamiento en las enfermedades agudas que en las crónicas.
Propios del tratamiento
Es muy obvio, que el tratamiento que es más fácil de cumplir, se
cumple mejor. Por ejemplo, es mejor hacer menos tomas diarias que mayor
número de ellas. En un estudio que hicimos en consultas de enfermedad
inflamatoria intestinal de toda España, los pacientes manifestaron que
preferían un menor número de tomas (dos frente a tres, por ejemplo).
También se cumplen peor los tratamientos con efectos secundarios
molestos, o aquellos que resultan engorrosos o difíciles de aplicar
(por ejemplo, los enemas).
Los tratamientos cortos, como un ciclo de antibióticos para una
infección urinaria, se cumplen mejor que los largos, como el
tratamiento de mantenimiento en la colitis ulcerosa.
Propios de la relación paciente-médico
Los pacientes que están menos de acuerdo con su médico en las
decisiones tomadas, y los que se consideran peor informados, cumplen
peor.
¿Y los pacientes con Enfermedad Inflamatoria Intestinal?
¿Cumplen el tratamiento?
En España y en otros países, hemos hecho investigaciones que nos
demuestran que 3 de cada 10 pacientes con enfermedad inflamatoria
intestinal dejan el tratamiento durante periodos más o menos
prolongados, y lo dejan porque quieren, no porque se olviden. En
nuestra experiencia, uno de cada 10 pacientes no toma nada durante
periodos prolongados.
La decisión de dejar el tratamiento se presenta sobre todo en
aquellas personas que lo toman como mantenimiento, es decir, las que lo
toman para evitar brotes. Esto se debe a que, si lo dejan, se van a
sentir igual de bien, al menos de momento. Un trabajo muy interesante
de la Dra. Sunanda Kane, de Chicago, nos demuestra que los pacientes
con colitis ulcerosa que toman bien el tratamiento de mantenimiento,
tienen muchísima menos tendencia a brotar que los que lo dejan.
Algo que es bastante frustrante es el comportamiento de los
pacientes con enfermedad de Crohn respecto al hábito de fumar. Aunque
el tabaco es muy malo para esta enfermedad, produciendo más desarrollo
de fístulas, más tendencia a reaparecer la enfermedad tras la
operación, más complicaciones, etc., pocos lo dejan. Y esto es parte
fundamental del tratamiento.
En cuanto al tipo de enfermedad que se padezca, un estudio llevado a
cabo por Geteccu nos enseñó que los pacientes con enfermedad de Crohn
abandonan más el tratamiento si se encuentran mal, mientras que los que
tienen una colitis ulcerosa, tienden a dejarlo si se encuentran bien.
¿Qué podemos hacer todos para mejorar el cumplimiento y la adhesión al tratamiento?
¿Qué puede hacer el paciente?
Intentar entender la enfermedad, el tratamiento y lo que se espera
de éste: por ejemplo, no es lo mismo tomarse un tratamiento de brote
que uno de mantenimiento, porque los efectos son diferentes.
Si no lo entiende, preguntar al médico o a otro personal sanitario las dudas que tenga.
Si le vienen ganas de dejar la medicación, pedir cita en la consulta
de Atención Primaria o de especialidad, y charlar acerca de ello.
Si ha dejado la medicación, comunicarlo al médico.
Si ve que se olvida, desarrollar trucos para acordarse, y pedirles a sus amigos o familiares que lo apoyen en esto.
¿Qué puede hacer el personal sanitario?
El médico debe intentar darle al paciente el tratamiento que mejor
se le ajusta, tanto a su enfermedad como a su situación personal.
El médico debe debatir con el paciente las diferentes posibilidades
de tratamiento, y asegurarse de que tanto el paciente como su entorno
(familia, amigos) entienden el porqué del tratamiento y su objetivo.
El médico de Atención Primaria es mucho más que un rellenador de
recetas, y se le deben consultar las dudas del tratamiento; su apoyo es
especialmente valioso a la hora de evitar interacciones o
incompatibilidades con otros fármacos.
El personal de enfermería puede asesorar en la manera de tomar la
medicación, su interferencia con las comidas, la detección precoz de
efectos secundarios, etc.
Otro personal auxiliar puede recordar al paciente sus citas y la importancia de acudir a los controles.
El farmacéutico es una persona muy valiosa a la hora de solucionar
dudas urgentes de posología (cómo y cuánto tomar del tratamiento) y
posibles interacciones.
Conclusiones
Un factor muy importante de un tratamiento, es que la persona que lo
va a recibir sepa para qué lo toma. De esta manera, se cumplirán mejor
las indicaciones y se colaborará en el objetivo: mejorar la salud.
Si por cualquier causa no podemos o no queremos cumplir el
tratamiento, la sinceridad con el equipo sanitario puede ayudarnos a
corregir este hecho