En
la Enfermedad de Crohn y en la Colitis Ulcerosa se pueden
utilizar diversos medicamentos, de forma que, cada médico selecciona
junto con el paciente, entre todos los disponibles, los que mejor se
adaptan al tipo de enfermedad y gravedad en cada enfermo. Sin embargo,
también pueden tener efectos secundarios y riesgos que éste valora y
vigila a lo largo del tratamiento. Cada situación requiere un
tratamiento específico que puede no ser adecuado en otros casos. Por
tanto, todos estos fármacios deber ser utilizados bajo supervisión
médica y nunca por propia decisión del paciente.
Aunque,
seguramente, su médico ya le habrá informado, el paciente puede
comprobar qué fármaco está tomando mirando su composición en la caja del
medicamento recetado, puesto que a
continuación no se detallarán los nombres comerciales. En la siguiente
revisión vamos a resumir los principales efectos adversos o toxicidad de
esta medicación.
Fármacos para los síntomas.
Se
utilizan para mejorar algunos de los síntomas típicos de estas
enfermedades. No son fármacos para actuar concretamente contra la
inflamación del intestino sino que sólo atacan los síntomas. El hecho de
que sean medicamentos "más generales" no quiere decir que deban tomarse
sin indicación ni supervisión médica ya que también tienen sus riesgos y
posibles efectos secundarios, y es su médico
junto con el paciente, quien valorando el riesgo/beneficio de los
mismos, decide en que situación utilizarlos y como. Entre ellos tenemos
varios:
Analgésicos y antipiréticos.
-Los analgésicos son para el dolor abdominal, de articulaciones, etc, mientras que los antipiréticos son para bajar la fiebre.
Muchos
son antiinflamatorios y por tanto pueden asociarse a aparición de
síntomas leves como diarrea o estreñimiento, dispepsia (sensación de
digestiones pesadas, nauseas o malestar abdominal), gastritis y dolor
gástrico. En ocasiones, sin embargo, pueden ser más graves como
hemorragias digestivas, úlceras gastroduodenales y perforaciones del
tubo digestivo. Muchos de estos riesgos son favorecidos por varios
factores como el abuso indiscriminado, la edad del paciente, consumo de
alcohol o combinación con otras medicinas que pueden ocasionar efectos
adversos como los corticoides.
El
paracetamol no aumenta el riesgo de hemorragia digestiva pero debe
utilizarse con especial precaución en pacientes con problemas de hígado.
El
metamizol también ampliamente utilizado, puede asociarse a reacciones
alérgicas y excepcionalmente entre un 0,2 a 2 casos por millón,
agranulocitosis, enfermedad muy grave en el que la "fabrica" de glóbulos
blancos se destruye.
Hay
analgésicos más potentes utilizados ocasionalmente llamados opioides
(derivados o de la familia de la morfina) como el tramadol. Se asocian
fundamentalmente a nauseas, vómitos y somnolencia.
Espasmolíticos.
-Los
espasmolítcos como el N-Butilbromuro de hioscina son fármacos usados
para calmar los retortijones y el dolor cólico que aparece en estas
enfermedades. Pueden asociase a sequedad de boca y ojos, alteraciones en
la visión, taquicardia, vértigo y excepcionalmente a dificultad para
orinar. Deben utilizarse con mucha precaución en los pacientes con
enfermedad inflamatoria intestinal ya que puede asociase a estreñimiento
grave que condicione la aparición de un "megacolon tóxico", enfermedad
del intestino grueso en el que hay una inflamación e infección muy grave
del mismo y que puede requerir una cirugía urgente.
Astringentes.
-Los
astringentes son para ayudar a cortar la diarrea. Deben de utilizarse
con mucha precaución por poder precipitar también la aparición de un
megacolon tóxico como los anteriores. Asimismo pueden producir nauseas,
vómitos, empeorar el dolor abdominal o somnolencia.
Fármacos específicos para la enfermedad.
Éstos
son medicamentos que se utilizan para disminuir la inflamación que se
produce en el aparato digestivo. Se pueden utilizar en los periodos de
brote o empeoramiento agudo de la enfermedad o como tratamiento de
mantenimiento, es decir, para impedir o disminuir la posibilidad de
estos brotes.
Los grupos de fármacos que se utilizan en esta enfermedad son los siguientes:
- Aminosalicilatos.
- Antibióticos.
- Corticoides.
- Inmunosupresores.
- Biológicos.
Aminosalicilatos.
Los
aminosalicilatos, o salicilatos, son unos de los fármacos más
utilizados en la enfermedad inflamatoria intestinal. Existen
comercializados diversos preparados, aunque los más utilizados son la
mesalazina (también llamada 5-aminosalicilato o 5-ASA), la sulfasalazina
y la olsalazina.
Pueden
administrarse por la boca en forma de gránulos, comprimidos o cápsulas.
También pueden darse en ocasiones a través del ano en forma de
supositorios, enemas (líquidos) o espuma cuando la inflamación afecta a
la parte final del colon.
-La
sulfasalazina tiene efectos secundarios hasta en un 40% de los casos
como náuseas, vómitos, dolor de cabeza, malestar en el estómago o
fatiga. Habitualmente son leves y en ocasiones se mejoran administrando
la medicación con la comida o disminuyendo la dosis para volver a
aumentarla progresivamente poco a poco. Ocasionalmente puede teñir la
orina de color anaranjado.
Sin embargo, en algunas
ocasiones pueden ser tan intensos que lleven a la retirada del fármaco.
Más raramente puede ocasionar reacciones alérgicas de la piel, daño en
la médula ósea (parte del cuerpo encargada de producir la sangre),
inflamación del páncreas, del hígado (elevación de transaminasas),
pulmón o corazón.
También
es frecuente la presencia de cambios en el esperma (disminución de la
cantidad y movimiento de los espermatozoides) que produce infertilidad,
aunque este fenómeno es reversible con la retirada del fármaco.
Puede favorecer un déficit de ácido fólico por lo que se aconseja tomar suplementos vitamínicos que lo contengan.
Gran
parte de los efectos secundarios de la sulfasalazina se deben a una de
sus partes, fracción de sulfapiridina. Por ello se diseñaron
posteriormente nuevos salicilatos como la mesalazina y olsalazina. Pese a
ello también tiene efectos secundarios, pudiendo asociarse
principalmente a alguna molestia de tipo abdominal, náuseas, vómitos y
dolor de cabeza. También se han detectado excepcionalmente alguna de las
manifestaciones anteriormente comentadas con la sulfasalazina. Con
olsalazina, además se ha descrito la posibilidad de diarrea
especialmente en la primera semana de tratamiento
La tolerancia y seguridad de los aminosalicilatos hace que puedan ser utilizados sin problemas en el embarazo y en la lactancia.
Antibióticos
Los
antibióticos se utilizan cuando hay complicaciones de la enfermedad de
Crohn como la presencia de fístulas o en los que puede haber una
infección sobreañadida a la inflamación o en caso de gravedad, junto a
otras medicaciones empleadas para estas enfermedades.
-Dentro
de los más utilizados está el metronidazol, que puede producir
molestias en la región del estómago y, en los tratamientos largos,
sensaciones de hormigueo en los pies o posibles infecciones por hongos
en la boca. En ocasiones puede oscurecer la orina adoptando un color
rojizo.
Asimismo
debe evitarse el consumo de bebidas alcohólicas hasta como mínimo un
día después de dejar esta medicación ya que puede producirle dolor de
estómago y cabeza, nauseas y vómitos, enrojecimiento de predominio en la
cara y palpitaciones.
Debe
utilizarse con especial precaución durante el embarazo y solo en casos
que su médico lo autorice, siendo recomendable evitar el primer
trimestre. Se suele recomendar suspender la lactancia durante su
consumo.
-También
se utiliza el ciprofloxacino solo o, en ocasiones, asociado al
anterior. Puede acompañarse de nauseas, molestias abdominales y
elevación transitoria de transaminasas. Se ha asociado ocasionalmente a
rotura de los tendones y colitis por antibióticos. No se recomienda en
general su uso durante embarazo y lactancia.
Corticoides
Son
medicamentos con efecto también antiinflamatorio que se utilizan sobre
todo en las fases de brotes o empeoramiento de la enfermedad. Es
frecuente que se utilicen durante unas semanas, pero debe intentarse su
reducción progresiva y retirada tras la mejoría.
Los más utilizados son la prednisona y la prednisolona. Se pueden utilizar vía intravenosa en los brotes graves, vía oral o enemas.
Estos
medicamentos son eficaces en casi dos tercios de los pacientes en los
que se utilizan, y siguen siendo fundamentales para el tratamiento de la
enfermedad. Sus efectos secundarios debe conocerlos el paciente para no
asustarse pero también para evitar su abuso.
En los tratamientos cortos
(como se utilizan habitualmente) suelen ser poco importantes y
principalmente estéticos (aumento de peso, retención de líquidos, acné,
vello, estrías, cara de luna llena).
También pueden asociarse a leves alteraciones del comportamiento como euforia excesiva, insomnio y ocasionalmente depresión.
Asimismo
favorecen un incremento de los niveles transaminasas, de colesterol, de
la tensión arterial y de la glucosa (provocando la aparición o el
empeoramiento de diabetes previa).
Todas ellas suelen ser leves, controlables y mejoran tras su retirada.
En
los pacientes que toman corticoides son también relativamente
frecuentes los síntomas dispépticos (molestias a nivel del estómago). No
existen datos sobre si los antiulcerosos pueden mejorar estos síntomas y
tampoco se ha demostrado que por sí sola, la toma de corticoides se
asocie a mayor riesgo de ulcera gástrica o duodenal, con lo que el uso
indiscriminado de protectores de la mucosa gástrica no está justificado a
no ser que el paciente tome además otros fármacos (antiinflamatorios no
esteroideos o anticoagulantes).
En los tratamientos largos o a altas dosis
tienen efectos más importantes y por ello deben evitarse. Se asocian a
aparición de estrías más importantes y fragilidad de la piel, a cambios
de distribución de la grasa en el cuerpo, dolores de articulaciones y
músculos y aumentan el riesgo de infecciones. Asimismo pueden perpetuar
una depresión, una hipertensión, producirse cataratas o aumentar la
presión intraocular (glaucoma).
Un
problema especialmente relevante en los pacientes con enfermedad
inflamatoria intestinal es que en torno a un cuarto de ellos tiene la
densidad mineral ósea disminuida. Ello se debe a múltiples factores como
el sexo femenino por razones hormonales, el consumo de tabaco,
la desnutrición que en ocasiones se asocia a estas enfermedades, etc.
Los corticoides por si mismos alteran la actividad de las células que
intervienen en la calcificación y modelación ósea. Por ello, favorecen
el desarrollo de osteoporosis. Eso hace que se incremente la posibilidad
de fracturas en los huesos, aplastamientos vertebrales, etc. Para
evitar los efectos nocivos sobre el hueso, deben administrarse junto con
calcio y vitamina D y evitar estos tratamientos prolongados aunque sean
a bajas dosis.
En
general, son medicamentos seguros durante el embarazo aunque debe
evitarse su uso en el primer trimestre de embarazo salvo que sean
imprescindibles.
Además
existen otros tipos de corticoides que pueden tener menos efectos
secundarios y ser menos nocivos sobre el hueso, pero se utilizan sólo en
situaciones muy concretas. Existen dos comercializados, la budesonida y
el dipropionato de beclometasona. También se utilizan en periodos
cortos, e igualmente deben retirarse como los "corticoides clásicos"
explicados anteriormente.
Inmunosupresores
Se
reservan para determinadas situaciones de la enfermedad, sobre todo
cuando no responde a los medicamentos anteriores y, especialmente, en
situaciones de dependencia o resistencia a los corticoides y en las
situaciones más complicadas como, por ejemplo, cuando hay
fístulas, cuando se ha precisado ya una intervención quirúrgica
previamente y la enfermedad reaparece, cuando las lesiones del aparato
digestivo son extensas, cuando hay manifestaciones en otras partes del
cuerpo, etc.
Dentro de ellos existen varios:
-La
azatioprina y la 6-mercaptopurina son en general fármacos seguros con
un control adecuado e igualmente su médico cuando se los prescribe es
porque sus beneficios superan los riesgos. La dosis debe ajustarse al
peso y a los análisis, de forma que hay pacientes que necesitan un solo
comprimido, y otros tres o más.
Los
efectos secundarios más frecuentes son las molestias
gastrointestinales, náuseas, vómitos y cansancio. Generalmente mejoran
disminuyendo la dosis y volviendo a introducirlos poco a poco. A veces
también se soluciona cambiando la azatioprina por 6-mercaptopurina.
Los
pacientes que los toman deben realizarse análisis de sangre durante el
tratamiento, para vigilar la posible aparición de efectos secundarios
más importantes. Entre los más típicos están la posible disminución de
los glóbulos blancos (hasta en el 2%) o la inflamación del hígado (hasta
en el 5%). También pueden controlarse disminuyendo la dosis, aunque a
veces requieren la retirada del medicamento.
Asimismo
se asocian a pancreatitis (hasta en el 3-10%), fiebre e infecciones
(especialmente cuando se administran junto a otros inmunosupresores) y
erupciones cutáneas (5%).
Se
han realizado extensas investigaciones sobre la posibilidad de que
estos fármacos pudieran aumentar el riesgo de linfoma y otros tumores.
Parece existir un mínimo incremento de aparición de linfomas, si bien
hay estudios en marcha que intentarán aportar datos más fiables sobre
este tema.
Los
últimos estudios indican que parecen seguros durante el embarazo y, en
general, no hay porque retirarlos durante el mismo. Debe evitarse la
lactancia ya que pasan a la leche materna.
-La
Ciclosporina es un fármaco utilizado para evitar en el rechazo del
trasplante de órganos, y ha demostrado su eficacia para tratar los
brotes de colitis ulcerosa que no responden a corticoides intravenosos a
dosis adecuadas (corticorresistencia). Es un fármaco que habitualmente
se maneja en el hospital y que requiere unos controles especiales para
ajustar sus dosis. Deben vigilarse la tensión de la sangre y la función
del riñón durante su administración mediante análisis de sangre.
Asimismo pueden asociarse a dolor de cabeza y temblores, calambres
musculares, fatiga, aumento de colesterol y sensación de hormigueo.
No es recomendable su uso durante el embarazo y debe evitarse la lactancia.
-El
Metrotexato se administra ocasionalmente en la enfermedad de Crohn en
determinadas circunstancias. Suele administrarse inyectado de forma
intramuscular o subcutánea. Deben de realizarse diversos análisis a lo
largo del tratamiento ya que, aunque raro, pueden dañar el pulmón o el
hígado. No se debe utilizar durante el embarazo ya que se asocia a
abortos y aumenta la probabilidad de malformaciones.
-El
Micofenolato y el Tacrolimus son otros inmunosupresores de uso más
reciente y de segunda línea. Su eficacia todavía es controvertida y
pueden utilizarse si fracasan o producen efectos tóxicos los
anteriormente citados. Tampoco se deben utilizar durante el embarazo.
Productos biológicos
Son medicamentos llamados así porque producen cultivos de tejidos, células u otros. En estas enfermedades se utilizan:
-El
Infliximab es un producto que bloquea una sustancia llamada TNF-α que
interviene en la inflamación. Está indicado en ambas enfermedades cuando
no responden a las medicaciones anteriores o en situaciones clínicas
concretas como la enfermedad con fístulas (habitualmente en la zona de
alrededor del ano) que no han respondido a otros medicamentos.
Se
administra en perfusión intravenosa en el hospital, es decir, por medio
de un gotero, que lo introduce diluido en la vena durante 2 ó 3 horas.
Durante la infusión puede producirse dolor de cabeza o reacción con
dificultad para respirar, erupciones en la piel, etc. Para prevenirlo a
veces se administra una medicación antes de la infusión. Una vez que
ocurren puede ser necesario disminuir la velocidad de infusión, pautar
corticoides o incluso suspender la administración del fármaco.
De
momento, el fármaco no se utiliza habitualmente en el embarazo aunque
hay casos a los que se les administró sin conocimiento de ello sin que
se hayan detectado malformaciones o problemas durante el embarazo.
-El
Adalimumab es un producto similar al anterior que también bloquea el
TNF-α, con la diferencia que se administra subcutáneamente (más
superficial) con jeringas ya cargadas con la dosis que debe administrase
y, por tanto, puede aplicárselo el propio paciente en su domicilio.
Puede asociarse a reacción cutánea en el punto de inyección.
De
momento, el fármaco no se utiliza habitualmente en el embarazo aunque
hay datos sobre el uso de adalimumab durante el embarazo y no se han
detectado malformaciones u otros problemas (registro OTIS).
En
ambos fármacos, es necesario que la indicación sea correcta, pues son
capaces de producir efectos adversos que, aunque poco frecuentes, pueden
ser graves, como la posibilidad de desarrollar tuberculosis u otras
infecciones. Este hecho hace que antes de su administración se deba
descartar tal posibilidad, con la realización de una prueba cutánea
denominada "de tuberculina" en dos ocasiones (una primera vez y luego
repetirlo para asegurarse, ya que a veces puede ser falsamente negativa
la primera vez) y una radiografía de pecho.
Es importante destacar que todo lo comentado en este resumen es una visión general. En cualquier caso, es el médico habitual del
paciente quien conoce la situación concreta de cada enfermo. Debe ser
él, junto con el paciente, quien decida que fármaco o fármacos crea más
oportuno utilizar en cada momento. Por tanto, recuerde que no debe automedicarse ya que puede perjudicarle más que ayudarle.