Entrevista al Dr. Jorge Carvajal
Médico Cirujano de la UNIVERSIDAD DE ANDALUCÍA - ESPAÑA
Pionero de la Medicina Bioenergética
¿Qué enferma primero, el cuerpo o el alma? El alma
no puede enfermar, porque es lo que hay perfecto en ti, el alma
evoluciona, aprende. En realidad, buena parte de las enfermedades son
todo lo contrario: son la resistencia del cuerpo emocional y mental al
alma. Cuando nuestra personalidad se resiste al designio del alma es
cuando enfermamos.
¿Hay emociones perjudiciales para la salud? ¿Cuáles son las que más nos perjudican?
Un 70 por ciento de las enfermedades del ser humano vienen del campo de
conciencia emocional. Las enfermedades muchas veces proceden de
emociones no procesadas, no expresadas, reprimidas. El temor, que es
la ausencia de amor, es la gran enfermedad, el común denominador de
buena parte de las enfermedades que hoy tenemos. Cuando el temor se
queda congelado afecta al riñón, a las glándulas suprarrenales, a los
huesos, a la energía vital, y puede convertirse en pánico.
¿Nos hacemos los fuertes y descuidamos nuestra salud?
De héroes están llenos los cementerios. Te tienes que cuidar. Tienes
tus límites, no vayas más allá. Tienes que reconocer cuáles son tus
límites y superarlos porque si no los reconoces, vas a destruir tu
cuerpo.
¿Cómo nos afecta la ira? La ira es santa, es
sagrada, es una emoción positiva porque te lleva a la autoafirmación, a
la búsqueda de tu territorio, a defender lo que es tuyo, lo que es
justo. Pero cuando la ira se vuelve irritabilidad, agresividad,
resentimiento, odio, se vuelve contra ti, y afecta al hígado, la
digestión, el sistema inmunológico.
¿La alegría por el contrario nos ayuda a estar sanos?
La alegría es la más bella de las emociones porque es la emoción de la
inocencia, del corazón, y es la más sanadora de todas, porque no es
contraria a ninguna otra. Un poquito de tristeza con alegría escribe
poemas. La alegría con miedo nos lleva a contextualizar el miedo y a no
darle tanta importancia.
¿La alegría suaviza el ánimo? Sí, la alegría
suaviza todas las otras emociones porque nos permite procesarlas desde
la inocencia. La alegría pone al resto de las emociones en contacto con
el corazón y les da un sentido ascendente. Las canaliza para que
lleguen al mundo de la mente.
¿Y la tristeza? La tristeza es un sentimiento que
puede llevarte a la depresión cuando te envuelves en ella y no la
expresas, pero también puede ayudarte. La tristeza te lleva a contactar
contigo mismo y a restaurar el control interno. Todas las emociones
negativas tienen su propio aspecto positivo, las hacemos negativas
cuando las reprimimos.
¿Es mejor aceptar esas emociones que consideramos negativas como parte de uno mismo?
Como parte para transformarlas, es decir, cuando se aceptan fluyen, y
ya no se estancan, y se pueden transmutar. Tenemos que canalizarlas
para que lleguen desde el corazón hasta la cabeza. ¡Qué difícil! Sí,
es muy difícil. Realmente las emociones básicas son el amor y el temor
(que es ausencia de amor), así que todo lo que existe es amor, por
exceso o defecto. Constructivo o destructivo. Porque también existe el
amor que se aferra, el amor que sobreprotege, el amor tóxico,
destructivo.
¿Cómo prevenir la enfermedad? Somos creadores, así
que yo creo que la mejor forma es creando salud. Y si creamos salud no
tendremos ni que prevenir la enfermedad ni que atacarla, porque seremos
salud.
¿Y si aparece la enfermedad? Pues tendremos que
aceptarla porque somos humanos. También enfermó Krishnamurti de un
cáncer de páncreas y no era nadie que llevara una vida desordenada.
Mucha gente muy valiosa espiritualmente ha enfermado. Debemos
explicarlo para aquellos que creen que enfermar es fracasar. El fracaso
y el éxito son dos maestros, pero nada más. Y cuando tú eres el
aprendiz, tienes que aceptar e incorporar la lección de la enfermedad en
tu vida. Cada vez más personas sufren ansiedad. La ansiedad es un
sentimiento de vacío, que a veces se vuelve un hueco en el estómago, una
sensación de falta de aire. Es un vacío existencial que surge cuando
buscamos fuera en lugar de buscar dentro. Surge cuando buscamos en los
acontecimientos externos, cuando buscamos muletas, apoyos externos,
cuando no tenemos la solidez de la búsqueda interior. Si no aceptamos la
soledad y no nos convertimos en nuestra propia compañía, vamos a
experimentar ese vacío y vamos a intentar llenarlo con cosas y
posesiones. Pero como no se puede llenar con cosas, cada vez el vacío
aumenta.
¿Y qué podemos hacer para liberarnos de esa angustia?
La angustia no se puede pasar comiendo chocolate, o con más calorías, o
buscando un príncipe azul afuera. La angustia se pasa cuando entras
en tu interior, te aceptas como eres y te reconcilias contigo mismo. La
angustia viene de que no somos lo que queremos ser, pero tampoco lo
que somos, entonces estamos en el "debería ser", y no somos ni lo uno
ni lo otro. El estrés es otro de los males de nuestra época. El estrés
viene de la competitividad, de que quiero ser perfecto, quiero ser
mejor, de que quiero dar una nota que no es la mía, de que quiero
imitar. Y realmente sólo se puede competir cuando decides ser tu propia
competencia, es decir, cuando quieres ser único, original, auténtico,
no una fotocopia de nadie. El estrés destructivo perjudica el sistema
inmunológico. Pero un buen estrés es una maravilla, porque te permite
estar alerta y despierto en las crisis, y poder aprovecharlas como una
oportunidad para emerger a un nuevo nivel de conciencia.
¿Qué nos recomendaría para sentirnos mejor con nosotros mismos?
La soledad. Estar con uno mismo cada día es maravilloso. Estar 20
minutos con uno mismo es el comienzo de la meditación; es tender un
puente hacia la verdadera salud; es acceder al altar interior, al ser
interior. Mi recomendación es que la gente ponga su despertador 20
minutos antes para no robarle tiempo a sus ocupaciones. Si dedicas, no
el tiempo que te sobra, sino esos primeros minutos de la mañana, cuando
estás fresco y descansado, a meditar, esa pausa te va a recargar,
porque en la pausa habita el potencial del alma.
¿Qué es para usted la felicidad? Es la esencia de
la vida. Es el sentido mismo de la vida, encarnamos para ser felices,
no para otra cosa. Pero la felicidad no es placer, es integridad.
Cuando todos los sentidos se consagran al ser, podemos ser felices.
Somos felices cuando creemos en nosotros, cuando confiamos en nosotros,
cuando nos encomendamos transpersonalmente a un nivel que trasciende
el pequeño yo o el pequeño ego. Somos felices cuando tenemos un sentido
que va más allá de la vida cotidiana, cuando no aplazamos la vida,
cuando no nos desplazamos a nosotros mismos, cuando estamos en paz y a
salvo con la vida y con nuestra conciencia. Vivir el Presente.
¿Es importante vivir en el presente? ¿Cómo lograrlo?
Dejamos ir el pasado y no hipotecamos la vida a las expectativas de
futuro cuando nos volcamos en el ser y no en el tener. Yo me digo que la
felicidad tiene que ver con la realización, y ésta con la capacidad de
habitar la realidad. Y vivir en realidad es salir del mundo de la
confusión.
¿Tan confundidos estamos, en su opinión? Tenemos
tres ilusiones enormes que nos confunden. Primero creemos que somos un
cuerpo y no un alma, cuando el cuerpo es el instrumento de la vida y se
acaba con la muerte. Segundo, creemos que el sentido de la vida es el
placer; pero a más placer no hay más felicidad, sino más dependencia.
Placer y felicidad no es lo mismo. Hay que consagrar el placer a la
vida y no la vida al placer. La tercera ilusión es el poder; creemos
tener el poder infinito de vivir.
¿Y qué necesitamos realmente para vivir?, ¿acaso el amor?
El amor, tan traído y tan llevado, y tan calumniado, es una fuerza
renovadora. El amor es magnífico porque crea cohesión. En el amor todo
está vivo, como un río que se renueva a sí mismo. En el amor siempre
uno puede renovarse, porque todo lo ordena. En el amor no hay
usurpación, no hay desplazamiento, no hay miedo, no hay resentimiento,
porque cuando tú te ordenas porque vives el amor, cada cosa ocupa su
lugar, y entonces se restaura la armonía. Ahora, desde la perspectiva
humana, lo asimilamos con la debilidad, pero el amor no es débil. Nos
debilita cuando entendemos que alguien a quien amamos no nos ama. Hay
una gran confusión en nuestra cultura. Creemos que sufrimos por amor,
que nuestras catástrofes son por amor. pero no es por amor, es por
enamoramiento, que es una variedad del apego. Eso que llamamos
habitualmente amor es una droga. Igual que se depende de la cocaína, la
marihuana o la morfina, también se depende del enamoramiento. Es una
muleta para apoyarse, en vez de llevar a alguien en mi corazón para
liberarlo y liberarme. El verdadero amor tiene una esencia fundamental
que es la libertad, y siempre conduce a la libertad. Pero a veces nos
sentimos atados a un amor. Si el amor conduce a la dependencia es eros.
Eros es un fósforo, y cuando lo enciendes se te consume rápidamente, en
dos minutos ya te quemas el dedo. Hay muchos amores que son así, pura
chispa. Aunque esa chispa puede servir para encender el leño del
verdadero amor. Cuando el leño está encendido produce el fuego. Ese es
el amor impersonal, que produce luz y calor.
¿Puede darnos algún consejo para alcanzar el amor verdadero?
Solamente la verdad. Confía en la verdad; no tienes que ser como la
princesa de los sueños del otro, no tienes que ser ni más ni menos de lo
que eres. Tienes un derecho sagrado, que es el derecho a equivocarte;
tienes otro, que es el derecho a perdonar, porque el error es tu
maestro. Ámate, sincérate y considérate. Si tú no te quieres, no vas a
encontrar a nadie que te pueda querer. El amor produce amor. Si te amas,
vas a encontrar el amor. Si no, vacío. Pero nunca busques una migaja;
eso es indigno de ti. La clave entonces es amarse a sí mismo. Y al
prójimo como a ti mismo. Si no te amas a ti, no amas a Dios, ni a tu
hijo, porque te estás apegando, estás condicionando al otro. Acéptate
como eres; lo que no aceptamos no lo podemos transformar, y la vida es
una corriente de transformación permanente.
Autor Desconocido
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