La anemia ferropénica representa la anemia carencial más frecuente en
nuestro medio, la primera causa de consulta hematológica y el tipo de
alteración nutricional más común. Se caracteriza por la disminución o
ausencia de los depósitos de hierro. La prueba deficiencia que confirma
la existencia de anemia por déficit de hierro (AF) son unos niveles
séricos bajos de ferritina, indicativos de una situación de depleción de
hierro. Otros parámetros no permiten diferenciar la AF de la anemia
trastornos crónicos. La dieta es de gran importancia en la anemia, sin
embargo, ningún alimento contiene concentraciones suficientes de hierro
para poder constituir un remedio práctico en los estados de carencia del
mismo, por lo que el tratamiento debe realizarse por vía oral con
preparados a poder ser a base de sulfato ferroso para asegurar una mejor
absorción. Se recomienda una dosis inicial de 150-200 mg. de hierro
elemental al día, repartido en tres tomas (3-5 mg/kg/día en niños).
¿De que hablamos? El síndrome anémico secundario a
una deficiencia férrica, representa la anemia carencial más frecuente
en nuestro medio y la primera causa de consulta hematológica. Según
la organización mundial de la salud (OMS)1, el déficit de
hierro es además, la causa más frecuente de deficiencia nutricional
en todo el mundo. Se caracterizada por una disminución o ausencia de los
depósitos de hierro, con baja concentración de hierro sérico y una
baja saturación de transferrina, lo que repercute en los niveles de
concentración de hemoglobina y de hematocrito. ¿A quien afecta? El
riesgo de padecer anemia ferropénica se produce en todos los países del
mundo, en todas las clases sociales y en todas las edades y sexos,
aunque es más habitual en niños y en adolescentes, en mujeres en edad
fértil y en la tercera edad. ¿Cómo se manifiesta? La
ferropenia se manifiesta de un modo característico; a nivel del sistema
nervioso central (SNC) en forma de irritabilidad, labilidad emocional,
disminución de la concentración y de memoria, cefalea, ataxia,
parestesias, trastornos del sueño y de la alimentación (PICA: apetencia
desmedida por sustancias poco habituales. Es muy característica la pica
de hielo o pagofagia), aumento de la sensibilidad al frío, síndrome de
piernas inquietas...; a nivel de piel y mucosas en forma de coloración
azulada de la esclerótica, fragilidad de uñas y cabello, coiloniquia o
aspecto cóncavo de las uñas, glositis, queilitis angular o rágades,
atrofia gástrica, en casos graves producción de membranas esofágicas
(síndrome de Plummer-Vinson)2. ¿A qué se debe? La
anemia ferropénica puede deberse bien, a un aumento de la utilización
del hierro en aquellas situaciones como la gestación, lactancia,
crecimiento corporal rápido en la infancia y adolescencia; bien a
pérdidas fisiológicas como la menstruación, o bien a pérdidas
patológicas, como la hemorragia digestiva. El sangrado digestivo crónico
es la causa más frecuente en este grupo; hemorragias gástricas por
medicamentos (AAS, AINES, corticoides asociados a AINES...), hernia
hiatal, diverticulosis, hemorroides3. En pacientes mayores de
60 años debe considerarse la posibilidad de neoplasia, sobre todo de
colon y la angiodisplasia intestinal. Existen otras causas menos
frecuentes como las genito-urinarias, las debidas a patología de aparato
respiratorio, o bien aquellas debida a hemólisis intravascular. En
cuanto a alteraciones en la absorción una de las principales causas son
las dietas insuficientes. De ahí que se deba interrogar siempre acerca
de los hábitos dietéticos. La dieta es de gran importancia en la anemia,
en lo que se refiere a su contenido y biodisponibilidad en hierro. El
hierro presente en alimentos de origen vegetal como cereales y legumbres
tiene baja biodisponibilidad (algunos alimentos como las lentejas
tienen excesiva fama de riqueza en hierro). Incluso en carnes y pescados
el contenido en Fe es relativamente bajo. En gestantes, niños, mujeres
en edad fértil, la dieta puede ser un factor predisponente o causal de
la deficiencia de hierro. En mujeres postmenopausicas y en el varón la
dieta sería causa excepcional de ferropenia. Otra posible causa menos
común es la absorción defectuosa del mismo en el caso de gastrectomías
parciales o totales, enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad
celíaca (causa relativamente frecuente de anemia ferropénica); en
algunos casos podría estar indicada la detección de anticuerpos
antiendomisio y antigliadina para descartar una enfermedad celíaca no
diagnosticada4,5. ¿Cómo se diagnóstica? Los
niveles séricos bajos de ferritina son indicativos de una situación de
depleción de hierro y es la prueba definitiva de la existencia de anemia
por déficit de hierro (AF). Los demás parámetros no permiten
diferenciar con seguridad la AF de la anemia por enfermedad crónica.
Generalmente aparece microcitosis, aunque hasta en el 30% de las anemias
ferropénicas, en algunas poblaciones, el VCM puede ser > 80;
asimismo en el 10% de las microcitosis los parámetros relacionados con
el hierro son normales. Otros datos a tener en cuenta6,7: - El frotis periférico habitualmente muestra anisocitosis y poiquilocitosis.
- Cuando la microcitosis se asocia a aumento de glóbulos rojos, sobre todo si es mantenida, pensar en talasemia.
- Puede haber trombocitosis reactiva.
Otras
etiologías: epistaxis de repetición, donación reiterada de sangre,
múltiples análisis sanguíneos en pacientes hospitalizados pérdidas
urinarias en pacientes con hemoglobinuria paroxística nocturna,
hemorragias alveolares (hemosiderosis pulmonar idiomática, síndrome de
Goodpasture) autolesiones en cuadros psiquiátricos, hemólisis
intravascular crónica por prótesis valvular (fig. 1). ¿Cómo se corrige? El
tratamiento debe realizarse por vía oral con preparados de hierro que
contengan altas concentraciones de este metal y durante períodos
prolongados. Ningún alimento contiene concentraciones suficientes de
hierro para poder constituir un remedio práctico en los estados de
carencia del mismo. La absorción de hierro intestinal es baja, aún en
condiciones de absorción aumentada, de ahí que se requieran
concentraciones muy elevadas de hierro en la luz intestinal para
conseguir la absorción de la cantidad necesaria. (tabla I)
Se recomienda iniciar el tratamiento con 150-200 mg de hierro elemental
al día repartido en tres tomas (3-5 mg/ kg / día en niños). El
preparado químico de mejor absorción es el sulfato ferroso. La absorción
es máxima en ayunas y se incrementa con dosis altas de ácido ascórbico
(Vitamina C). Se informará al paciente de que se le oscurecerán las
heces y de que es importante que cumpla el tratamiento. Como primera
elección se debe huir de los preparados de hierro complejos , con
extractos proteicos, puesto que se absorben peor (se debe exigir que
contengan un mínimo de 40-60 mg de Fe por vial); aunque producen menos
efectos secundarios (epigastralgias, nauseas, vómitos, diarrea,
estreñimiento...) Debe evitarse el tratamiento con hierro oral en
aquellas situaciones de ulcus péptico activo y en la enfermedad
inflamatoria intestinal igualmente activa. Existen también
preparados de hierro parenteral, que solo se utilizarán cuando exista
intolerancia grave al hierro oral o malabsorción. ¿Cómo se mide la respuesta al tratamiento? Se
recomienda realizar un hemograma a los 10-20 días de su inicio. Tras
una o dos semanas de iniciado el tratamiento se debe observar un
incremento en la cifra de reticulocitos en sangre ("crisis
reticulocitaria"). La cifra de Hb debe incrementarse de forma
significativa en 3-4 semanas y se debe alcanzar una cifra normal de Hb
en dos a cuatro meses. Si no se normaliza entre 2 y 4 la cifra de
hemoglobina en el hemograma a las 4-6 semanas de iniciado el tratamiento
deben considerarse: persistencia de pérdidas, dosis y cumplimiento del
tratamiento incorrectas, posibilidad de malabsorción y/o diagnóstico
incorrecto. Una vez corregida la anemia, la ferroterapia
debe mantenerse durante varios meses para replecionar los depósitos
de hierro, como mínimo 3 ó 4 meses incluso con dosis altas de hierro. Recomendaciones - Pensar
en anemia de origen ferropénico en aquellas situaciones donde existe
un aumento de su utilización como metrorragias..., o bien cuando
existen pérdidas patológicas, entre ellas la más frecuente la
hemorragia digestiva.
- Los niveles séricos bajos de
ferritina son indicativos de una situación de depleción de hierro y
es la prueba definitiva de la existencia de anemia por deficiencia de
hierro.
- Ningún alimento contiene concentraciones
suficientes de hierro para poder constituir un remedio práctico en los
estados de carencia del mismo
- Iniciar el tratamiento
con 150-200 mg de hierro elemental al día repartido en tres tomas
(3-5 mg/kg/día en niños), a poder ser a base de sulfato ferroso, cuya
absorción máxima se conseguirá en ayunas y se incrementa con dosis
altas de ácido ascórbico (Vitamina C).
- Las
formulaciones intravenosas de hierro parenteral, se reservarán
únicamente para aquellas situaciones de intolerancia a la ferroterapia
oral o malabsorción.
- Realizar un hemograma a los 10-20
días de su inicio donde se debe observar crisis reticulocitaria. La
cifra de Hb debe incrementarse de forma significativa en 3-4 semanas y
se debe alcanzar una cifra normal entre 2 y 4 meses.
|