El sistema inmunológico de las mucosas
Miriam Zaldívar Ochoa1
Resumen
El sistema inmunológico es muy importante porque protege al organismo
de agentes microbianos patógenos, toxinas, partículas extrañas,
células tumorales y procesos autoinmunes. Para mantener el equilibrio
biológico se necesita que este sistema funcione normalmente, de manera
que constituya una fuerte barrera defensiva contra la invasión de agentes
nocivos; de no suceder esto, se presentará una inmunodeficiencia de expresión
clínica variable. La esencia de la función del sistema inmune
es su gran capacidad para la discriminación a escala molecular entre
lo propio y lo ajeno, o sea, lo que pertenece al organismo y lo que no, conservando
así su individualidad.
DeCS: INMUNIDAD MUCOSA; CELULAS PRODUCTORAS DE ANTICUERPOS; INMUNOGLOBULINAS.
Cuando se produce la penetración en el organismo de un agente nocivo
(antígeno), se desencadena una respuesta (anticuerpo), y al reconocerlo
como no propio es a lo que se llama inmunidad. En cambio, si lo reconoce, no
se producen anticuerpos y se le llama entonces tolerancia inmunológica;
ambas formas de respuesta se llaman "respuestas inmunológicas".
En la inmunidad aparecen sustancias químicas solubles que no provocan
daño en el organismo, pero cuando la inmunidad transcurre con daño,
se conoce como alergia o hipersensibilidad. La reacción inmunitaria puede
ser de tipo inmediata (15 min a 2 h) o alergia humoral o tardía (12 a
48 h), que recibe entonces el nombre de alergia celular.
Desarrollo
El sistema inmunitario ocupa el 2 % del peso corporal, su peso es de 1 K2g,
o sea, igual al peso del cerebro y del hígado. Las células que
lo componen se encuentran en íntimo contacto a través de moléculas
que pueden ser solubles (inmunoglobulinas, citocinas, receptores) y moléculas
de contacto (CD, de adhesión y otros). Entre sus características
principales están: poseer especificidad etiológica, capacidad
de aprendizaje y memoria, utilizar lenguaje molecular, tener capacidad microbicida
y microbiostática, y saber diferenciar muy bien lo peligroso de lo no
peligroso, o sea, lo propio de lo ajeno.
Diferentes tejidos y órganos desempeñan importantes funciones
en la defensa del huésped. Dentro del tejido y órgano linfoideo
se encuentra los linfocitos T y los linfocitos B, los fagocitos mononucleares
y las células presentadoras de antígenos (profesionales y linfocitos
T activado), células estructurales (fibroblastos, células endoteliales
y del músculo liso), así como las células epiteliales.
Debemos señalar además que existen 3 tipos de tejidos linfoides:
- Encapsulado, bien estructurado: presente en ganglios linfáticos,
bazo y timo.
- No encapsulado, bien estructurado: presente en amígdalas y placas
de Peyer.
- Difuso y orgánico, no encapsulado: tejido linfoideo asociado a las
mucosas (MALT).
Los órganos linfoideos se dividen en primarios (centrales), que son
la médula ósea y el timo, que se organizan y maduran independiente
del estímulo antigénico, y los secundarios (periféricos),
que son los ganglios linfáticos, bazo, amígdalas, placas de Peyer
y MALT.
El MALT tiene autonomía funcional. En él pueden haber folículos
organizados unidos como sucede en el tracto gastrointestinal, colon y recto,
y pueden haber folículos agregados presentes en el apéndice, en
las placas de Peyer del intestino delgado, en los adenoides, en la nasofaringe
y en las amígdalas palatinas y linguales, así como también
pueden existir folículos difusos presentes en los aparatos respiratorio
y genitourinario.
La médula ósea produce células pluripotenciales capaces
de originar todos los tipos de células hematopoyéticas. Son células
del sistema inmunológico los linfocitos, los monocitos, los histiocitos,
los mastocitos los macrófagos, los plasmocitos y los polimorfonucleares.
El timo, derivado de las bolsas faríngeas embrionarias tercera y cuarta,
se localiza en el mediastino y contiene la totalidad del sistema inmune. Su
estructura reticular permite que un número significativo de linfocitos,
emigre a través de él para convertirse en células timoderivadas,
totalmente inmunocompetentes. Para regular la función inmunitaria, el
timo segrega diferentes hormonas solubles, por lo que su ausencia o desarrollo
anormal da lugar a deficiencias en los linfocitos.
La célula protagonista del sistema inmune es el linfocito, que es el
responsable de reconocer al antígeno. Se divide en linfocito T y linfocito
B. El primero causa reacciones inmunitarias mediadas por células, como
es el caso de las respuestas de hipersensibilidad cutánea retardada,
el rechazo a injertos y los tumores y las enfermedades autoinmunes. Los linfocitos
B son los precursores directos de las células plasmáticas, y sintetizan
y aportan a la circulación las moléculas de inmunoglobulinas responsables
de la respuesta humoral. Subpoblaciones especializadas de linfocitos T controlan
la actividad de los linfocitos B, y tanto los T como los B, se encuentran agrupados
con receptores de membrana capaces de reconocer individualmente un amplio espectro
de estructuras moleculares diferentes (antígeno).
La capacidad total de reconocimiento del sistema inmunológico está
dada por la suma de las especificidades aportadas por todas las clases de linfocitos
T y B que lo forman. Así como los linfocitos son los responsables de
la hipersensibilidad tardía o inmunidad celular, las inmunoglobulinas
son los mediadores de la inmunidad humoral o inmediata. Estas son proteínas
elaboradas por plasmocitos y algunos linfocitos que se encuentran en el suero,
tejidos y secreciones exocrinas, se degradan en la luz intestinal y en el sistema
retículo endotelial. Su función es ligarse a antígenos
y originar inactivación de agresores del individuo como son las toxinas,
los microbios u otras sustancias extrañas.
Según sus propiedades fisicoquímicas y biológicas se dividen
en la IgG, IgA, IgM, IgE e IgD. La IgG representa el 80 % de las inmunoglobulinas
del suero, sus anticuerpos son de gran afinidad, fijan bien el complemento y
constituyen la mayoría de las defensas corporales contra bacterias, virus,
toxinas, etc. Es el único anticuerpo que atraviesa la placenta y llega
al feto, protegiéndolo con cierta función de inmunidad pasiva
hasta aproximadamente 6 meses.
Por su parte, la IgM es un elemento fundamental en la respuesta inmune precoz,
especialmente frente a los antígenos bacterianos no proteicos, es la
principal inmunoglobulina que el feto sintetiza. La IgA es la más abundante
en el suero después de la IgG, y posee una amplia gama de actividad antitumoral
y antimicrobicida.
La IgD existe en el suero en una cantidad muy pequeña, e interviene
en la maduración de los linfocitos B. La IgE, conocida como anticuerpo
antireagínico, se encuentra en el suero en pequeñas cantidades.
El MALT está compuesto por un grupo de tejidos linfoides organizados
en folículos que se encuentran presentes en las superficies mucosas respiratorias,
digestivas y genitourinarias. Pueden presentarse en forma de folículos
agregados como en las amígdalas palatinas, amígdalas linguales
y las adenoides. Las placas de Peyer son closters de folículos cercanos
a la pared del intestino delgado, responsable del inicio y preparación
de la respuesta inmune a ese nivel. Cada una consta de hasta 100 folículos
linfoides.
Al nivel de las mucosas existe un contacto íntimo entre organismo y
medio ambiente. La mayoría de los agentes infecciosos llegan al cuerpo
a través de las mucosas, y el moco adherido a la superficie constituye
una parte esencial del sistema inmune mucosal.
La superficie mucosa del cuerpo humano incluye las mucosas de la cavidad oral,
las vías respiratorias, y tracto genitourinario y el gastrointestinal.
Las superficies mucosas son altamente vulnerables a la penetración, colonización
e invasión de microorganismos particularmente patógenos. Cuando
penetra un agente nocivo se desencadena un proceso a nivel de las mucosas, donde
la adherencia bacteriana constituye un paso clave en el desarrollo del proceso
patológico; el agente infeccioso permanece en el hospedero, ganando acceso
a los nutrientes a través de este mecanismo de adherencia.
Las proteínas de la superficie bacteriana, llamadas adhesivas, se unen
a glicoconjugados presentes en la célula huésped y actúan
como receptores específicos. La adherencia permite la multiplicación
bacteriana y a través de ella la bacteria encuentra la vía para
acceder a los órganos y tejidos, facilitando la síntesis y entrada
a las células del epitelio de toxinas bacterianas, su transporte y la
correcta presentación antigénica como paso inicial en el montaje
de una respuesta inmune a ese nivel.
La infección de las mucosas producidas por patógenos intracelulares
induce a la inmunidad mediada por células,1
como es la que se pone de manifiesto en las células T tipo 1 (CD4
+, CD8+) y en los linfocitos citotóxicos. Estas respuestas son acompañadas
normalmente por la producción de anticuerpos para la síntesis
de IgA secretoria (s- IgA), las cuales proveen una primera línea de defensa
muy importante contra la invasión de agentes patógenos hacia los
tejidos.
En el organismo la s- IgA constituye más del 80 % de todos los anticuerpos
producidos por el MALT. Además, los anticuerpos de s-IgA no solo están
presentes en las secreciones externas, sino también ejercen propiedades
antimicrobianas a las células epiteliales durante su transporte a través
del epitelio. Representan la clase de inmunoglobulina predominante en las secreciones
externas, cantidad bien definida, que brinda una protección inmunológica
específica para todas las superficies mucosas, al producir un bloqueo
a este nivel ante la penetración al organismo de agentes patógenos.2
La IgA es la inmunoglobulina predominante en la saliva y secreciones intestinales
en forma de IgA secretoria, la mayoría se produce como resultado de una
síntesis y no del torrente circulatorio. Entre sus funciones están
la de inhibir la adherencia bacteriana y la neutralización de enzimas,
virus y toxinas. Puede unirse de forma específica a moléculas
presentes en la superficie bacteriana mediadora de la unión de esta célula
epitelial, y su unión a la bacteria aumenta la afinidad de este complejo
a la mucina, lo cual facilita la inmovilización del microorganismo a
la capa mucosa con la consiguiente eliminación. Cuando se une a la partícula
viral, no solo previene la unión de esta a la célula huésped
mediante el bloqueo de receptores específicos, sino que este encuentro
puede ocurrir dentro de la célula epitelial en el momento del transporte
de IgA. La neutralización de enzimas y toxinas puede ocurrir por bloqueo
del sitio de unión de la toxina con un receptor, o por modificación
conformacional de este sitio.
La IgM en secreciones está asociado al componente secretor, aunque su
concentración es menor que la del IgA. Por su parte, la concentración
de IgG en secreciones puede ser igual, o incluso mayor que para la IgM, aunque
su transporte no está asociado al receptor de polinmunoglobulina y por
tanto tampoco al componente secretor.
Pequeñas concentraciones de IgE pueden aparecer en secreciones, fundamentalmente
en casos en que reacciones alérgicas afecten la permeabilidad del tejido
mucoso. Es válido destacar también que la IgA es la principal
inmunoglobulina del tracto respiratorio y la más importante en la defensa
de los pulmones. Debido a su vida media de 5 días para la mayoría
de las células de IgA del plasma, muchas de ellas se convierten en células
B para garantizar un suplemento continuo de anticuerpos IgA en las mucosas de
las vías respiratorias. Por esto, las células circundantes deben
proveer un suplemento constante de citoquinas necesarios para el cambio de isotipo
de las células B, para el crecimiento y para la diferenciación
de las células secretorias de IgA del plasma.3
En el organismo la mucosa intestinal es la que ocupa mayor espacio; la cantidad
de IgA secretora que produce y transporta hacia las superficies mucosas cada
día, excede los niveles de IgG del suero. La superficie mucosa en el
intestino está cubierta por una capa única de células,
entre las que se encuentran las células absortivas (enterocitos), que
son muy numerosas y cubiertas por mucos y glicocolyx, las Globet cells
que sintetizan el mucus, las Paneth cells localizadas en el intestino
delgado, y que presentan en su citoplasma gránulos secretorios que contienen
lisozimas, IgA, IgE, así como también células entero endocrinas,
situadas a todo lo largo del tracto gastrointestinal, cuya función principal
es liberar hormonas al tejido conectivo en respuesta a cambios en el ambiente
exterior, y además las células M que se encuentran esparcidas
por todo el epitelio mucoso.4 La función
principal de esta célula M es la absorción de partículas
desde la luz gastrointestinal transportándola hacia la región
vasolateral rica en linfocitos y otras células inmunes; además,
debido a su bajo contenido en lisosima, pueden transportar antígenos
con una casi nula degradación enzimática. Su superficie contiene
receptores específicos para la región Fc. de la IgA, por lo que
puede fijar y transportar complejos antígenos anticuerpos. Las células
M pueden transportar partículas y macromoléculas, tales como la
ferritina, la peroxidasa, las toxinas del cólera y partículas
del látex, así como bacterias, parásitos y virus.
El epitelio mucoso constituye la interfase entre los ambientes internos y externos
del tracto gastrointestinal y cubre una superficie entre 200 y 300 m2.
Esta área es el sitio para la digestión y absorción de
los nutrientes esenciales, además de que funciona como la primera barrera
de defensa contra los agentes infecciosos. Existen además una serie de
agentes y mecanismos no inmunes las que participan en la protección,
como es la acidez gástrica, el jugo pancreático, la bilis, el
mucus y la motilidad intestinal.
El intestino es el órgano linfoide más grande del cuerpo por
el número de linfocitos y la cantidad de inmunoglobulina que produce.
Esto está muy relacionado con la gran cantidad de antígenos a
los cuales estas células están expuestas diariamente. Sin embargo,
a pesar de esto, el MALT parece ser regulado por un mecanismo único,
y esto está reflejado en un fenómeno específico (tolerancia
oral, controlada o inflamación fisiológica), también como
poblaciones linfoides inusuales (linfocitos intraepiteliales), que responden
a la vía alternativa de activación. Esto, aparejado a la existencia
de nuevas células presentadoras de antígenos (células del
epitelio intestinal), sientan las bases para las distintas respuestas inmunes.5
La superficie mucosa intestinal está colonizada por una microflora que
alcanza un gran número de células bacterianas en el intestino
distal, y más específicamente en el colon, al mismo tiempo, estas
áreas extensas son la interfase con el ambiente externo, a través
del cual la mayoría de los agentes patógenos inician los procesos
infecciosos. Los mecanismos intestinales de defensa necesitan discernir correctamente
entre la microflora simbiótica y los patógenos exógenos.
Hoy en día, aún no se entiende bien este mecanismo de discernimiento,
pero probablemente, tanto la respuesta inmunológica innata como las adaptativa
participen en este proceso.6
Se ha explorado in vitro, la capacidad de las células mucosas inmunocompetentes
de discernir entre señales emitidas por diferentes tipos de bacterias,
y se han encontrado, al menos, 2 patrones distintos de respuesta innata a las
bacterias gram negativas y gram positivas, y en este último grupo se
observan grandes diferencias entre las especies. Se ha trabajado solamente con
bacterias no patógenas, lo que puede representar la modulación
del estado fisiológico del huésped. La compresión de estas
funciones moduladoras pudiera suministrar una posibilidad única para
el uso de las bacterias que llevan alimentos para prevenir o corregir problemas
intestinales asociados a las alergias alimentarias, la enfermedad inflamatoria
del intestino y la autoinmunidad.
Estudios recientes sugieren un posible papel de las células epiteliales
en la presentación de antígenos. Células dendríticas
situadas en el epitelio de las vías aéreas pueden presentar directamente
antígenos hacia las células B, y dirigir sus cambios de isotipo
hacia la IgA e IgA2 con la ayuda de las citoquinas producidas por las células
epiteliales.3 Las células epiteliales
pueden, por eso, jugar un rol mayor en la producción de anticuerpos IgA
de las mucosas, los cuales son esenciales para la defensa de la mucosa de las
vías aéreas.
Se conoce por estudios recientes que las IgA, IgM e IgE son producidas y secretadas
por los inmonocitos que se encuentran presentes en las secreciones de la nasofaringe,
y se ha probado que los linfocitos T y B que se encuentran en las secreciones
de las superficies mucosas, son derivados desde la amígdala nasofaríngea
a través de un proceso activo. Gracias a los estudios de inmunohistoquímica
se demostró que estos linfocitos constituyen un hallazgo que indica que
las células inmunológicamente activas son transportadas hacia
secreciones de superficie, y que hay una mayoría sustancial desde la
amígdala nasofaríngea de células inmunológicamente
activas, hacia las secreciones de superficie.7
Recientemente muchos estudios reportan que el epitelio de las vías respiratorias
produce IL-2, IL-6, IL-10 y TGF beta, factores esenciales para la proliferación
clonal de las células B. La estrecha proximidad de las células
B al epitelio de las vías respiratorias, probablemente garantiza un aporte
constante de factores de crecimiento y diferenciación necesarios para
la producción de IgA mucosal. Además, las células epiteliales
producen una glicoproteína, llamada componente secretor, que no solo
confiere creciente estabilidad a la s-IgA, sino que es cuantitativamente el
receptor más importante del sistema inmunológico de las mucosas,
al ser responsable del transporte externo de polímeros de IgA e IgM producidos
localmente.8-11
La existencia de un sistema inmune para las mucosas ha sido ampliamente estudiado
y actualmente se desarrollan vacunas para la inmunización a través
de ella hacia otros sitios distantes del organismo. Nuevas estrategias de vacunación
han surgido a escala mundial, capaces de erradicar ambas respuestas (sistémica
y mucosal), que pueden ser capaces de reducir grandemente la morbilidad por
infecciones.
Conclusiones
- Las superficies de las mucosas constituyen el sitio primario de penetración
de la mayoría de los agentes patógenos al organismo humano.
- La gran mayoría de estos agentes infecciosos afectan al huésped
por contacto inicial sobre las superficies mucosas.
- Las superficies mucosas del organismo incluyen las mucosas de la cavidad
oral, las vías respiratorias, el tracto gastrointestinal y el tracto
genitourinario. El tejido mucoso que se encuentra debajo de este epitelio,
está grandemente poblado de células del sistema inmune.
- El sistema inmune de las mucosas consiste en moléculas, células
y estructuras linfoides, organizadas, tratando de proporcionar inmunidad a
los patógenos que chocan contra estas superficies.
- El tejido linfoideo asociado a las mucosas está compuesto por un
grupo de tejidos organizado en folículos, que se encuentran presentes
en las superficies mucosas respiratoria, digestiva y genitourinaria.
- La IgA secretoria constituye más del 80 % de todos los anticuerpos
producidos por el tejido linfoide asociado a las mucosas. Los anticuerpos
de la IgA secretoria representan la clase de inmunoglobulina predominante
en las secreciones externas, las cuales brindan protección inmunológica
específica para todas las superficies mucosas al bloquear a este nivel
la penetración de agentes patógenos.
- Se conoce que la IgA, IgM y la IgE son producidas y secretadas por inmunocitos
que se encuentran presentes en las secreciones de la nasofaringe. Los linfocitos
T y B, que se encuentran en las secreciones de las superficies mucosas de
las vías aéreas, son derivados desde la amígdala nasofaríngea
en un proceso activo.
Summary
The immunological system is very important because it protects the organism
from pathogenic microbial agents, toxins, foreign particles, tumoral cells and
autoimmune processes. To maintain the biological balance, this system should
work normally, acting as a strong defensive barrier against the invasion of
harmful agents. Otherwise, there will be an immunodeficiency of variable clinical
expression. The essence of the function of the immune system is its great capacity
for distinguishing its own from the strange at the molecular level, that is,
to recognize a difference between what belongs or not to the organism, keeping
this way its individuality.
Subject headings; IMMUNITY, MUCOSAL; ANTIBODY-PRODUCING CELLS; IMMUNOGLOBULINS.
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Recibido: 5 de octubre de 2001. Aprobado: 4 de marzo de 2002.
Dra. Miriam Zaldívar Ochoa. Hospital Clínicoquirúrgico
Docente " Comandante Manuel Fajardo" Calle Zapote, esquina C, municipio
El Vedado, Ciudad de La Habana, Cuba.
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